miércoles, 17 de abril de 2024

SEGMENTIBLAU

Erase una vez un mundo que tenía sólo una dimensión: era una línea de color azul con hitos kilométricos. Allí todas las cosas tenían forma de puntos, guiones cortos o largos y otras muchas formas rectilíneas, así cuando Ainara volvía a su casa, podía coger el bus decimétrico, un taxi centimétrico o un patinete milimétrico. No había accidentes, porque en un universo lineal, todo es visible pero traspasable: cuando Ainara cogía el bus número 42 y venía un bus en dirección contraria (probablemente el número 41), el conductor no decía: "¡abróchense los cinturones!", sino que giraba la cabeza, ponía el piloto automático (aunque el bus no tenía volante) y decía a los pasajeros de las veinte filas: "¡saludo a la vista!" Y los autobuses se atravesaban el uno al otro y Ainara iba saludando a todos los viajeros del autobús 41 (Plaça d’Espanya-Universitats): primero al conductor: "¡hola tío Raúl!" Y el tío le decía: "¡Ainareta! ¡Se te ve muy contenta!" -"¡Es que hoy voy a patinar!" - "Mare meua! Ten cuidado con las curvas…" -"Pero tío Raúl ¿qué es una curva?" -“¿Una curva? Pues una cosa que sale en las novelas de fantasía. Pero aquí nadie ha visto nunca una curva… Así que ¡ten cuidadín!” Ainara se partía de risa pero no podía seguir hablando porque los buses seguían atravesándose el uno al otro sin desintegrarse… Así, Ainara seguía saludando a los pasajeros del otro bus: a Toni paquetoni, a Francisto el listo, a Hera la futbolera, a la señora Susana la Marr-… ejem! Había unos apodos mejores que otros.. pero el de Susana la Marrona, no era muy apropiado porque en el universo Rectiblau no había nada más que un país llamado Segmentiblau. El país abarcaba desde el kilómetro 0 hasta el kilómetro 29.198.590-K, donde vivía el tío Arturo el duro, el que custodiaba un muro tan seguro que no se podía saltar ni en un canguro. 

Ainara sabía que no vería a su tío Arturo en unos años, porque estaba muy lejos. Le daba un poco de pena, porque el tío la echaba de menos, a ella y a toda la familia. Pero por otro lado, Ainara sabía que el tío tenía una misión especial y que un día no muy lejan se volverían a encontrar. Finalmente, los buses 41 y 42 se alejaron y Ainara llegó a su casa, a la que su padre había llamado Puntogordo. Allí Ainara tenía una cama con forma de punto, un armario azul con forma de punto, un perro llamado puntapié con forma de punto con hocico, y muchas cosas más, pero aquello era un verdadero hogar gracias a que allí vivía con sus padres siempre cariñosos y siempre exigentes y con su hermana Zoe que ya de estaba haciendo mayor. Lo pasaban bomba y después de hacer los deberes, Ainara quería leer un cuento que le había enviado su tío Arturo por su cumpleaños, pero Zoe le recordó: "Ainareta! Que me has prometido ir en patines…" Su madre Lola la que Mola les dijo: "vale, pero no vayáis más allá del kilómetro 0". 

- "¿Por qué?" Dijo Ainara que quería ser buena pero a veces tenía tentaciones de rebeldía! 

- "¿Por qué? Porque es muy peligroso…" 

- "¡Eso no es una respuesta mamá! Ya sé que es peligroso: pero quiero saber por qué es peligroso…" 

-"Mmm…", Su mamá Lola la que Mola le dijo: "tienes razón, ya va siendo hora de que sepas los porqués, pero primero pregúntale a tu padre". 

Ainara entró en el despuntopacho de papá Arnau el que decía Guau… Y Ainara le dio un beso bidimensional y su papá se dio cuenta de que quería algo…: -"¿Qué pasa, peque?"

- "Papá, qué puede pasarme si voy al kilómetro cero?"

- "Hija, si vas al kilómetro cero conmigo, no te pasará nada malo. Si vas sola, es cuando te puede pasar algo muy malo…" 

- "¿Qué?"

- "Que más allá del kilómetro cero sólo hay sombras y muerte… ¿qué sentido tendría ir a un lugar que te puede hacer daño y de donde quizás no vuelvas o vuelvas siendo una sombra?" 

- "Papá… No puedo convertirme en sombra: olvidas que somos puntos en una línea…" 

- "Pero tú eres mucho más que un punto… Un día lo descubrirás".

- "Pero papá, es que a veces tengo la sensación de que vivimos en un mundo muy pequeño. Sólo podemos ir un lado que sube poco a poco o hacia el otro que baja igual de poco a poco… No puedo ni coger velocidad con los patines… aunque es más fácil si voy hacia el kilómetro cero. ¿No has soñado papá con otro mundo? No entiendo por qué no podemos salir a investigar fuera de segmentiblau…"

- "Mmm… llegará un día en el que te tocará investigar, pero ten paciencia. En cualquier caso, lo que voy a decirte es muy importante: no sólo puedes moverte hacia delante o detrás, como los autobuses, que son movidos según la voluntad del conductor; tú puedes moverte según tu voluntad, sin necesidad de conductor. Es más, ahora que eres mayor, puedes descubrir que puedes decidir ir al kilómetro cero o no, porque yo no soy tu conductor, sino tu padre. No es mi voluntad la que de conduce, sino la tuya. Pero como te quiero más que a mi propia vida, te digo lo que es bueno aunque te enfades conmigo. Ahora bien, cada vez que haces algo bueno, como llevar a Zoe a patinar en vez de tumbarte en la puntocama sin hacer nada, hacer los deberes de la escuela porque te fías de tu mamá que te dice que es bueno ser trabajadora, te mueves en una dimensión que no es ni izquierda ni derecha, no es rectilínea, sino megaespacial". 

- "¿Megaespacial? Eso significa tridimensional?". 

- "No Ainara, es mucho más que eso: es una dimensión inmaterial… Cuando libremente haces algo por amor a alguien distinto de tí, eso no nace de un punto, sino de tu alma, del corazón de tu corazón".  

- "En clase de puntobiología nos han hablado del corazón, pero no del corazón del corazón…"

- "El corazón mueve la sangre y nos da la vida, pero la vida sin amor es como ser un autobús movido por otros… en cambio el amor nace de tus elecciones y ¿dónde tomas esas decisiones? No en el corazón, tampoco en el cerebro, sino en el corazón de tu corazón, que el filósofo Platopuntón llamaba el espíritu…" 

- "Papá, me encanta todo lo que dices. Soy muy feliz y me has convencido. No iré al kilómetro cero".

- "Hija mía, lo que te he dicho es mucho más importante que no ir al kilómetro cero. Incluso si fueras allí algún día, aunque fueras al segmento de las sombras y no volvieras, o al volver fueras incapaz de reconocerme, yo no dejaría de quererte. Pero si te fías de mí y decides no ir, sabré que lo haces no sólo por ti, sino porque me quieres y porque quieres a tu madre. Y eso me hace estar muy orgulloso de ti…" 

Así hablaron un rato, los dos muy felices. Al final, Arnau le dio a Ainara un beso tridimensional… y Ainara se fue a por Zoe y a por los patines.

En segmentiblau todos los patines que se vendían eran patines en línea y los de Zoe eran de última generación… Ainara en cambio tenía unos patines que le regaló su tía Luz hace años y aunque no eran hiperveloces eran un regalo, así que no quería otros. 

Así, después de merendar donuts rectos (cada donut recto se compone de dos palos de bollo dulce unidos por un agujero recto) con leche de rectivaca, Zoe y Ainara salieron a toda pastilla. En el parque se encontraron con varios amigos de segmentiblau, todos patinando y saludándose felices mientras se traspasaban unos a otros en las dos direcciones), pero había un niño mayor desconocido que iba con patines como los de Zoe pero de color negro oscuro, y que tenía ojos tristes y sonrisa sospechosa. Ainara le dijo a Zoe que no debía hablar con extraños, pero Zoe le dijo “se llama Darkmalote, y ya no es desconocido y me ha retado a una carrera”. Ainara pensó que no pasaría nada y dijo: "vale, pero voy con vosotros". Así “Darkmalote” dijo: "¡A ver quien gana! ¡Jajaja! Y dijo 3, 2, cero!" Y haciendo trampa salió el primero cuesta abajo… Zoe lo siguió y lo mismo Ainara… Ainara consiguió ganarles al principio, un poco indignada con Darkmalotes por la trampa… pero, Darkmalotes activó la opción Nitro de sus patines y los patines de Ainara no tenían esa función… pero Zoe apretó la puntilengua y activó el nitro de sus patines… adelantando a Ainara y pisando los talones de Darkmalote… 

Darkmalote era muy malo y no solo quería ganar la carrera, quería fastidiarlas de un modo muy oscuro… pero para engañarlas usó todas sus técnicas oscuras, haciendo que creyera que solo se trataba de una divertida carrera… Zoe siguió a darkmalote y lo siguió y atravesaron el autobús del tío Raúl sin saludar… a toda velocidad… Ainara les veía alejarse, orgullosa de su hermana Zoe por su valentía… pero comenzó a preocuparse cuando vió que se acercaban peligrosamente al kilómetro cero, km. 4, km. 3… Ainara patinó con todas sus fuerzas pero sin el Nitro no podía alcanzarles así que gritó: "¡Zoooeee!" Pero Zoe no podía oír bien, porque Darkmalote gritaba cada vez que lo hacía Ainara diciendo "¡Correeee!" Y Zoe escuchaba "¡CorreeeZoeeeee!" Y divertida con los patines cantaba "¡Oeee Oeee Oeee!" Cada vez había menos gente, y como iban rápido, Zoe cerraba los ojos como los chinos y no vio los carteles de PELIGRO, STOP, PROHIBIDO PASAR… En cambio, Darkmalote los leyó perfectamente… y se esforzaba por despistar a Zoe para que no se diera cuenta del peligro… 

Ainara no sabía qué hacer: no se podía enfadar con Zoe porque alguien la estaba engañando. Pero se enfadaba consigo misma, diciendo: tengo que encontrar alguna forma de llegar a Zoe, y se acordó de las palabras de su padre: “te mueves en una dimensión que no es ni izquierda ni derecha, no es rectilínea, sino megaespacial”… Ainara se dijo, si quiero ayudar a Zoe necesito tomar una decisión en el corazón de mi corazón… El corazón le latía con fuerza, pero en el corazón de su corazón oyó… "¡el autobús!" 

¿El autobússss? 

¡Claro! Y Ainara se paró y se dió la vuelta… Abandonó la carrera y se puso a patinar hacia el bus del tío Raúl a toda velocidad. La suerte es que había parado a almorzar un chivito con cocacola… y el tío Raúl estaba allí tan contento diciendo a los pasajeros que le pedían que compartiera su bocata “¡Menjeuse els colzes, Caram!” Llegó Ainara jadeando y dijo "tío Raúl, ¡el autobusss!" 

- "¿Qué pasa con el bus?" 

- "Necesito que vayamos a toda pastilla hasta el kilómetro cero...", dijo Ainara. 

- "¡Imposible! Está prohibido. Me van a rectimultar… y me van a dejar más tieso que un palo de escoba".

- "No tío, que Zoe está en peligro! No hay tiempo que perder! Va allí siguiendo a Darkmalote que le ha engañado con una carrera…". 

Entonces el tío Raúl dijo a la camarera Pascuala: "¡pon bocatas gigantes a todos los pasajeros y que esperen…! ¡Vuelvo antes de que se lo acaben!" 

Ainara se subió al bus y el tío Raúl fue a la cabina de inversión de giro y le dio al botón de maxipowerhipersuperfast… y el bus llegó al kilómetro 4 en un segundo… 3, 2…

Mientras tanto, Darkmalote estaba a punto de llegar al kilómetro cero y Zoe le seguía de cerca… no veía lo que había delante, porque más allá del kilómetro cero sólo había sombra, oscuridad y horror. Zoe se extrañó de no oír a Ainara y bajó la marcha… Minetras cantaba "¡Oeee Oeee oeee! Se giró y dijo…: "¿eeeh… Ainara?" Y se frenó a veinte metros del kilómetro cero. 

Darkmalote no quería perder a su presa y le dijo. "¡Vamos Zoe! ¡Nos quedan 20 metros y ganamos!" 

- "Pero es que falta Ainara!". 

- "Ainara llegará enseguida. Hay premios para todos… "

- "¿Premios? ¿Qué premios?" 

- "Pues para Ainara un osorecto de peluche gigante y una puntolota de voley-punto y una macrobolsa de golosinas, puromoros y palotes, y para los dos primeros lo mismo y un regalo sorpresa… Pero tenemos que entrar antes de que llegue… ¡aquel autobús! ¡Correee!" 

Y es que el tío Raúl llegaba a gran velocidad con Ainara cantando: "¡vamos raulito! ¡Mueve el culito! ¡Más rapidito!" 

Darkmalote cogió de la mano a Zoe y comenzó a arrastrarla diciendo: "¡No hay tiempo! ¡O vienes por las buenas o por las malas!" Y Zoe empezó a gritar "¡Socorrooo!" 

El bus iba muy rápido y entonces Ainara se dio cuenta de que si el bus no frenaba, todos pasarían del kilómetro cero y como no existían curvas en segmentiblau no había forma de girar, pero si frenaban no podrían detener a Darkmalote y se llevaría a Zoe al país de las sombras quizás para siempre… ¿qué hacer? pensó en el corazón de su corazón “ojalá estuvieran aquí papá y mamá” y se acordó de las palabras de du padre Arnau el que dice guau: “ Hija mía, lo que te he dicho es mucho más importante que no ir al kilómetro cero. Incluso si fueras allí algún día, aunque fueras al segmento de las sombras y no volvieras, o al volver fueras incapaz de reconocerme, yo no dejaría de quererte”.

- "¿Qué hacemos?", dijo el tío Raúl con pánico total y continental cuando vio que Darkmalote había traspasado la linea cero con la pobre Zoe y estaban ya en la oscura zona de la muerte… Y Ainara contestó: “¡No frenes! ¡Vamos a por ella!”

- "Pero tus papás me matarán si te llevo allí! 

- "No, tío Raúl. Ellos nunca dejarán de querernos… ¡Vamos a por Zoe!" 

- "¡Claro que sí! Vamooooos!" Y comenzaron a cantar: "un puntofante se rectificaba sobre la cuerda de una araña… y como veía que no se rompía fue a llamar a otro puntofanteee!"

Pasaron el kilómetro cero y no veían nada… todo era sombras, pero finalmente lograron escuchar a Zoe que decía… "¡Mamaaaaa! ¡Papaaaa! ¡Os quierooooo!" Esas palabras empezaron a hacer eco en el país de las sombras con su poder megadimensional… Nunca se habían escuchado en el país de la muerte y obraron su milagro: las tinieblas se disiparon y todo quedó despejado: el tío Raúl y Ainara iban ya por el 13 puntofantes se balanceaban… y vieron todo iluminado igual que en segmentiblau… Las palabras de Zoe destruían la oscuridad a su paso y les dejaba ver… el bus estaba a punto de alcanzar a Darkmalote y Zoe. Entonces, Darkmalote se convirtió en un dragón trapezoidal de dos dimensiones terroríficas, dando pavor, terror y grandes gritos de hiena atragantada con garbanzos en vinagre… y dijo: "¡Os voy a desintegrar! ¡Jajaja! Vuestro premio va a ser una droga que no podréis dejar de tomar y os irá dejando sin voluntad primero, y luego sin amigos, y al final ¡sin familia! No podéis nada contra mí, porque tengo dos dimensiones y vosotros sólo una…" 

Ainara gritó: "¡tío Raúl, el dragón trapezoidal Darkmalote no sabe que tenemos una megadimensión que el filósofo Platopuntón llamaba 'espíritu'… ¡Ha llegado la hora de rescatar a Zoe! ¡Haz un derrape y nos marchamos!" Acto seguido Ainara saltó con sus patines, consiguió mantenerse en marcha sin caer, cogió a Zoe y le dijo: "¡vamos con papá y mamá! Zoe se abrazó y Ainara dijo: ¡rápido, pon el Nitro! 

El dragón trapezoidal empezó a coger aire para bufar fuego… pero el tío Raúl cogió una puntolota de voley olvidada en el bus la clavó con el palo de una escoba en el eje, inventó el volante, pensó en cuanto quería a su familia y cuánto desearían Lola la que Mola y Arnau el que dice Guau volver a abrazar a sus hijas y ¡giró con todas sus fuerzas el volante! 

El tiempo se paró unos segundos...

El bus de segmentiblau 41 (Plaça de Espanya-Universitats) que siempre había ido recto en las dos direcciones… giró, salió de la recta hizo un trompo, tres vueltas de campana, le dio al dragón Darkmalote en la pancha y se atragantó con su llama de fuego y los garbanzos con vinagre, se lo tragó todo de un golpe y su estómago tuvo una reacción fisioquímica brutal…. tirándose un pedo que llegó hasta el kilómetro menos 1200… mientras el bus volvía en dirección a segmentiblau tras una curva chiclana de 180 grados… El tío Raúl decía: "¡Tomaaa Trompooo!" Y enseguida subieron Ainara y Zoe… Darkmalote se convirtió en un garbanzo volante desplazado al kilómetro -1200… desde donde nunca más quiso volver a internarse en Segmentiblau… 

Y finalmente el tío Raúl llegó con el bus al bareto de Anacleto y de la camarera Pascuala. Los clientes no habían acabado con el bocata, pero aplaudieron mucho al busero y a las dos patinadoras que eran felices de volver a casa. 

El tío Raúl le dijo a Ainara: “Tus papás pueden enfadarse mucho conmigo si saben que hemos pasado el kilómetro cero y hemos hecho un trompo en el autobús” pero Ainara, contestó: "tío Raúl, confía en papá y en mamá. Como mucho te castigarán a tomar un chocolate con rectodonuts". 

Cuando llegaron a casa, el tío Raúl contó las aventuras a Lola la que Mola y asombrosamente ella se partía de risa. Mientras Arnau el que dice Guau miraba con orgullo a sus hijas Ainara y Zoe y Ainara preguntó: "Papá, ¿no te enfada que hayamos pasado el kilómetro cero?" 

- "No hija mía, estoy muy feliz. El kilómetro cero al que tengo miedo no es ese que habéis cruzado… sino otro".

- "¿Y a cual tienes miedo?"

- "He comprendido que el kilómetro cero habría sido que abandonaras a Zoe, o que Zoe no quisera volver del país de las sombras… Las dos habéis multiplicado las dimensiones de este mundo. Pronto iremos de excursión al kilómetro menos 1200 a darle un capón a Darkmalote, lo llevaremos con sus padres para que lo eduquen bien, o buscaremos alguna solución imprevisible y divertida en el corazón del corazón". 

Y vivieron felices, hicieron trompos con el tío Raúl, jugaron al puntovoley y comieron rectidonuts.

FIN 

miércoles, 13 de septiembre de 2017

EL AUTOBUSERO Y EL PASAJERO

Erase una vez un conductor de autobús que trabajaba alegre y contento para conseguir un digno sueldo para sacar adelante a su gran familia. No era el único, pues su mujer trabajaba de directora de Marketing en una pyme y se veían con los niños por la tarde, se abrazaban por la noche, se despertaban temprano y así pasaron los años… La línea 13 se llenaba de viajeros de todo tipo, y la alegría del conductor era conocida por los más asiduos, que le saludaban diciendo: ¡Buenos días don Raúl! ¿Cómo está su mujer? Y el conductor, con sentido del humor, contestaba “¡Está como un autobús!”… La gente se reía y decía “Se dice… está como un tren”… pero Raúl contestaba que los trenes van muy rápido y la gente no se reconoce, mientras que los buses llevan muchas personas “reconocibles” dentro, y su mujer, Ana, siempre tenía a personas concretas en su cabeza: a Raúl, a sus tres hijos, y a muchas más personas. Por eso era tan buena en Marketing, porque cuando diseñaba una campaña de anuncios, pensaba en personas con carne y hueso… Los pasajeros disfrutaban con las historias de Raúl, y como había algunos con familias rotas, le envidiaban secretamente, pero con envidia de la buena, pues nadie le deseaba ningún mal a un conductor tan alegre.
El éxito de la línea 13 fue en aumento, y muchos días no cabían los pasajeros… Ana, cuando tenía que ir a una reunión en la ciudad, aprovechaba para coger la línea 13 y rezaba a su ángel custodio para que le tocara el bus de su marido… Y cuando coincidían, Raúl le decía. “¡Quédate una vuelta más!” Pero Ana se bajaba en su parada y le decía que “los dos estaban trabajando”. Los pasajeros disfrutaban viendo a una pareja tan normal… ella, muy guapa con su estilo chic y su flequillo escalonado, y él con su chaqueta de conductor, con sus ojos azules y saltones y su sonrisa perenne.
Cambiaron los gestores tras unas elecciones, y los subjefes fueron cambiando poco a poco… Así que el nuevo subjefe puso a Raúl en una línea nocturna sin negociar ni tiempo para escuchar. Raúl le explicó algo de sus niños y su mujer y el subjefe le contestó que todas las familias deben adaptarse a la organización eficiente de las ciudades. Raúl no sabía mucho de política y no era comunista, pero aquello le olía a capitalismo público feroz… Hubiera renunciado de no ser porque Ana le dijo que “se arreglarían” y que podían aguantar hasta que cambiaran a su subjefe y los horarios.

Raúl se acomodó a la nueva situación, pero su bus -nocturno línea 5- estaba vacío por las noches, y a veces, entraban personas con olor a mosto o a ginebra de la marca Larios... Los borrachuzos se apoyaban en el mostrador y le contaban su vida con hipos y repeticiones… Al principio, Raúl hacía bromas y decía In vino veritas; in gintonic, veritas máxima… Pero fueron pasando los meses, y poco podía jugar con sus hijos, los fines de semana abrazaba a su esposa y los domingos iba a quejarse a la Iglesia… Deseaba tener muchos pasajeros, dar sentido a su trabajo, ayudar a muchas personas a llegar puntualmente a su trabajo, alegrarles la vida sin cláxones y riesgos innecesarios… Quería ganarse el cielo conduciendo el autobús… Hacía más de un año que no ponía el cartel COMPLETO en el frontón digital del autobús… Él se sentía vacío, porque su bus estaba vacío… Los pocos pasajeros no eran reconocibles, porque no eran capaces de saber quiénes eran ni adónde iban… 
La respuesta le llegó un 13 de septiembre… miércoles: Raúl conducía el autobús y un elegante peatón, con corbata y americana, le hizo señales desde la parada de la plaza del ayuntamiento… Se abrieron las puertas y el potencial pasajero le preguntó ¿A dónde va este bus? Raúl le dijo “a muchos sitios distintos… ¿dónde va usted?” … “Al cielo” –contestó el buen hombre. Raúl, hombre de fe, le contestó “entonces suba, que le llevo, pero tendrá que indicarme el camino…” Aquel hombre sonrió y se subió, y le dijo: “Yo conduzco”. Raúl, desconcertado se levantó y le cedió el sitio, se intercambiaron las chaquetas, y con sorpresa vio que el desconocido escribía en el panel digital “Al cielo” y se ponía a conducir… Raúl conocía ese rostro, sereno, un poco hipster con su barba, sonriente, confiado… ¿Sería uno de los borrachuzos?¿Un antiguo pasajero?¿Un actor de Netflix?... El conductor hizo la ruta de todos los días, y decía en voz alta: esta parada va por tu mujer, Ana. Este trayecto por tu hijo Luis, esta avenida por tu hija María, esta plaza y el sueño que tenemos los dos, los ofrecemos por vuestro pequeño rey David, que va a cumplir un añito… Los borrachuzos que veían el cartel “Al cielo” en su bus nocturno, le saludaban de lejos con bromas jocundas, y algunos vacilaban en subir, pues pensaban que no se lo merecían, o que era demasiado pronto para irse a un sitio tan chulo… Los más valientes subían en el bus, y el misterioso conductor, les contaba historias chulas, cuentos para niños que todo el mundo entiende, luego le contaban sus movidas y el conductor les animaba… Venga hombre: esta vida no te ha ido bien, pero has acabado el día en el autobús de Raúl, tú quieres ir al cielo y Raúl te va a ayudar… Raúl estaba mudo… Presentía que tendrían un accidente pronto y se morirían todos: era el típico final del cuento. Pero Jesús paró de nuevo en la plaza del ayuntamiento y le dio un abrazo, se bajó del bus y le dijo ¿Lo has pillado? Y Raúl le contestó “¡No te vayas!¡Quédate con nosotros!” Raúl no le preguntó el nombre, pero Jesús aceptó la invitación y le dejó conducir a Raúl. Raúl condujo mejor que nunca y decía: “Esta parada por ti, amigo mío, ésta calle por Ana, esta plaza por los borrachuzos que no quieren subir, esta avenida por los mis tres hijos…”, Su amigo contestó: “¿Tres? Pensaba que tenías cuatro…” Raúl ya sabía que su amigo era Jesús, no necesitaba preguntárselo, le podía reconocer, siempre jugando al escondite… Pero no quería que se fuera, y se hacía el loco. Cuando acabó el turno de noche, a eso de las 6:00 desvío el bus hasta la puerta de su casa y le dijo. “Quédate a desayunar con nosotros” Y Jesús le contestó: “Tengo que visitar a otros profesionales de prestigio”. “¿Prestigio? Si yo no soy famoso ni apenas conocido”. Y Jesús le contestó: “Me refiero al prestigio de verdad, el que no se ve, el que se construye cuando uno trabaja siempre por amor, poniendo un motivo sobrenatural a su trabajo, con afán de servir a todos –también a los borrachuzos-, con puntualidad, orden, constancia, intensidad, presencia de Dios, y con una intención pura…” Raúl, siempre ágil, contestó: “¡Genial! Entonces tengo que presentarte a mi mujer y a mis hijos: Ana es la mejor directora de marketing de Valencia, Luis y María son estudiantes de primera categoría, además Luis dibuja muy bien y María se ríe como nadie. Y el pequeño David trabaja de bebé como nadie…” Jesús, rendido ante tales argumentos, aceptó y dijo… “¡Está bien!¡Me quedo a desayunar con vosotros!” Ese día, desayunaron chocolate a la taza con panquemaos y con donuts (uno por persona) y no pudieron jugar al Risk porque Ana tenía que irse a trabajar, Luis y María al cole y porque Raúl hacía trampas… Así que Jesús se despidió y les pidió que le invitasen más a menudo. Al cabo de nueve meses, llegó al mundo un nuevo hermanito, al que bautizaron con el nombre de Rubrel; y todos y los que vinieron después también, fueron felices y comieron perdices casi siempre. Muchos, muchos años después, Raúl fue el primero en ir al cielo, y Jesús le encargó la conducción de los pecadores arrepentidos al cielo, así que le tocó transportar a muchos borrachuzos al cielo, pero también a sus familiares, y por último fue a recoger al escritor de este cuento lacrimógeno, y le retó a una partida de frontón en el Porallí, una urbanización playera que hay en el cielo, y Raúl perdió 21-13 por primera vez en su vida eterna…  

sábado, 22 de junio de 2013

¡TARUMBA!


Érase una vez un teléfono movil que tenía una historia muy larga que no voy a contar ahora. Su ama se llamaba Marina y era la mayor de 4 hermanas y 3 hermanos. Esto es muy importante para la historia porque "PDT" -que asi se llamaba el móvil- iba cambiando de manos con mucha facilidad.
El caso es que un 3 de julio como otro cualquiera, en una noche de luna llena mientras Marina dormía con la luz apagada, "PDT" se sintió solo y comenzó a decirle al enchufe:
- Hola enchufe!
- ¿Nadie te ha explicado nunca que los enchufes no hablan?
- La verdad es que no.
- No te preocupes. Solo hablamos algunos viejos enchufes.
- Oye... ¿No tienes miedo de que te de la corriente?
- A veces sí. Sobre todo cuando Gabi Junior comienza a meterme cosas por los ojos.
- Ese niño es un terremoto muy simpático. Ayer me tiró a un sitio llaman váter y comenzó a repetir... KK, KK, KK... ¡No sé si es una nueva de cargar el móvil!
El caso es que me sentí apagado y acabo de despertarme hace dos horas.
- Ahora entiendo porqué hablas con los enchufes. Tú te has "cortocircuitao" y te has vuelto un poco tarumba.
- ¿Tarumba? ¿Tú de qué siglo eres? Eso no lo dice ni mi abuelo.
- Tarumba es una palabra muy seria y no deberías meterte con un pobre enchufe anciano...
En aquel momento apareció repentinamente por la ventana un libro, pero no volaba con motores a reacción ni con hélices de helicópteros, sino que agitaba las hojas como han hecho siempre los libros que vuelan. Tarumba planeó espectacularmente, hizo un "loop" y dos piruetas, y al final se tropezó y fue a caer encima de PDT.
- ¡Oye! ¡Ten cuidado por donde pisas!
- Lo siento: he oído que alguien me llamaba y he venido en su ayuda.
- Pero si yo no necesito ayuda.
- ¿Que no? ¡Mírate al espejo! ¡Estás más acabado que un donut de chocolate en el desayuno!
En ese momento sacó un espejo que tenía guardado en la página 13 y se lo puso al móvil PDT en las narices. PDT no quiso mirar pero al final la curiosidad le pudo... Lo que vió le dejo horrorizado: un cubo gigante de basura lleno de cáscaras de plátano, spaghettis con tomate, recipientes de yoghourt y cáscaras de cacahuetes, papeles rotos, gusanos verdes, una naranja pocha, paquetes de dodotis usados por Juanito, y en medio de todos ellos... Un móvil con tres letras! "P-D-T"
- ¿Esto es una broma?
- No es una broma: mañana serás abandonado en la basura y he venido a concederte un último consejo.
- ¿Un consejo? Yo pensaba que las hadas concedían deseos: una pantalla táctil, una conexión WIFI, un viaje a Mallorca, un SMS del tío Arturo...
- ¡Pues te equivocas! Yo no soy un hada. Soy un libro, y los libros son como las lentejas; si los quieres lo tomas, y si no los dejas.
- Nunca me ha gustado leer. Prefiero los mp3 y los videos caseros.
- ¡Así estás! ¡Para la basura!
- PDT se puso muy triste y se puso a llorar desconsolado, pensando en los gusanos y en los dodotis rellenos. Comenzó a recordar cómo Marina no se de despegaba del móvil ni por el día ni por la noche, siempre sonriéndole y apretándole las mofle-teclas... Y después de tantos años felices, PDT no aguantaba la idea de dejar de ser el centro de atención, y mucho menos eso de acabar encestado en un cubo de basura.
El viejo enchufe le dijo a Tarumba:
- ¡Oye Tarumba! Espero que le des un buen consejo…
- ¡No es tan fácil! Si PDT no sabe donde quiere ir... ¿Cómo voy a darle un consejo?
- Yo no sé dónde ir, pero ¡quiero tener un ama o un amo que me quiera!
Tarumba le dijo: No me digas más. ¡Aquí tienes tu consejo! Y dicho esto, se arrancó una hoja, una de las más queridas por Tarumba. - Ras!- Oyó PDT, que preguntó:
- ¿Te has hecho daño?
- No lo sé. Los libros sabemos muchas cosas pero no podemos sentirlas. Tú en cambio sabes pocas cosas, pero ves y oyes demasiadas.
- Es verdad... ¿Qué pone en esta hoja?
- ¿No sabes leer?
- Claro que sí, mi problema es que no sé qué son estos signos tan raros.
- Son acentos, comas, puntos seguidos y puntos y aparte.
- ¡Ah! En los whatsap se ven alguna vez...
- Bueno, te lo leo y me voy, ¿vale?
"Para venir a gustarlo todo,
No quieras tener gusto en nada.
Para venir a poseerlo todo
No quieras poseer algo en nada.
Para venir a saberlo todo;
No quieras saber algo en nada.
Para venir a lo que no gustas
Has de ir por donde no gustas.
Para venir a donde no sabes
Has de ir por donde no sabes.

Para venir a lo que no posees:
Has de ir por donde no posees.
Para venir a lo que no eres
Has de ir por donde no eres:
Cuando reparas en algo
Dejas de arrojarte al todo.
Porque para venir del todo al todo:
Has de negarte del todo en todo.
Y cuando vengas del todo a tener
Has de tenerlo sin nada querer
Porque, si quieres tener algo en todo
No tienes en Dios puro tu tesoro.
- Oye: me has agotado. ¿Este es tu consejo?
- No es mío. Es de San Juan de la Cruz.
- Bueno, pero ¿No puedes abreviar un poco? Mi cerebro solo da para 145 caracteres.
- Lo intentaré. El consejo es que no seas egoísta. SI DESEAS QUE TU AMA TE AME: AMA A TU AMA.
- ¡Pero mañana mi amo será el cubo de la basura!
- Tú mismo. Si ese es el amo que tu amas...
- ¡Vale Tarumba! Lo voy a pensar... ¿Qué puedo hacer por Marina?
- Lograr que sea feliz.
- Y ¿Cómo es feliz una chica?
- Las chicas son felices cuando tienen en Dios su tesoro,
en los padres su oro y en sus hermanos su coro.
- ¿y su móvil?
- ¡Un loro!
- ¿Un loro?
- ¡Si hombre!, digo... ¡Móvil! Tu sólo tienes que servir para hacerle llegar los mensajes importantes que le quieren dar sus personas queridas, pero no seas ni su tesoro, ni su oro, ni su coro. ¡Déjale oxígeno!
- ¿Oxígeno? ¿Qué es eso?
- El oxígeno es muy peligroso para los libros (nos podemos quemar) pero para los hombres y mujeres el oxígeno es algo así como la libertad.
- ¡Vale! No lo pillo pero voy a intentarlo. ¿Puedo decirte una cosa?
- ¡La que quieras!
- ¡Gracias!
- ¡De nada!
Y Tarumba se fue volando pero el viejo enchufe le dijo antes de que se fuera:
- Tarumba!
- ¿Qué?
- ¡Enchúfale a mi corriente!
- ¿Qué dices?
- Haz lo que te digo. Yo ya soy del siglo XX pero mis contactos siguen activos. Enchúfalo y programa su alarma a las temprano menos cuarto.
- ¿Para qué?
- Hazme caso. Confía en mí Tarumba.
- Yo confío pero PDT...
- Tarumba: haz lo que te dice... Sois mis amigos.
Dicho y hecho, Tarumba conectó a PDT y programó el alarma a la hora prevista.
A las pocas horas Marina oyó el alarma y se levantó para apagarla. Cuál fue su sorpresa cuando vio que el móvil tenía 3 mensajes:
El primero decía así:
“Que pases un feliz día de colegio! Y cuida de tus hermanos!”
El remite era mamá.
El segundo mensaje era de su abuela:
“No te olvides de rezar al levantarte. ¡A quien madruga Dios le ayuda!”
El tercero era de alguien llamado PhoneHouse:
- "Renueva tu móvil en PhoneHouse! Te damos 45 euros por tu Blackberry 8520 PDT usado para que te lleves tu nuevo smartphone. Válido hasta el 12 de octubre"
Marina se puso de rodillas, rezó a la Virgen y a Jesús, hizo la cama, despertó a sus hermanas, se aseó y le dio un beso a su madre. Iba a darle otro beso a su padre, cuando su padre le tiró de las orejas:
- ¡Feliz cumpleaños! ¿Qué quieres de regalo?
- He tenido un sueño muy raro. Creo que el móvil y los aparatos me están volviendo tarumba... Así que podéis regalarme lo que queráis... O un libro.
- ¿Y no prefiers un Aifón supermegaplús?
- Algunas niñas de clase lo tienen, pero no juegan a nada, no saben hablar sin mirar el móvil y se les está quedando cara de pedete...
- Y ¿Qué vas a hacer con tu PDT?
- Gabi lo tiró al váter y ahora hace cosas raras, pero tiene algunos mensajes que quiero guardar; sobre todo los de la abuela y los de mis amigas.
- Eso es una tontería. Lo mejor es que no guardes trastos inútiles. Dámelo a ver si puedo arreglarlo.
Marina le dio el móvil a su padre. PDT, de la tensión, soltó una lágrima invisible, que el papá de Marina tocó con su pulgar. A continuación, saco un libro envuelto en papel de regalo, se lo dio a Marina y ella lo abrió por la primera página, donde su padre había escrito una dedicatoria junto al título, en la que ponía:

"Para mi hija Marina marinera
Que siempre parece tarumbera
Tiene respuestas que son la pera
Y seguro que algo grande le espera.”

Marina, emocionada leyó el título del libro:
¡TARUMBA!


EPITAFIO
Marina se leyó el libro y se volvió tarumba, tarumba de amor a Dios y de ilusión por la vida... Pero al libro le faltaba una página.
Papá intentó arreglar el móvil, pero lo dejó encima del microondas. Gabi Junior se subió a un taburete y lo cogió y se lo dio a Juanito. Juanito lo usó de chupachups hasta que Silvia se lo quitó para hacer una foto a Laura y Popi jugando a “Las marujas”. Al final Luis se hizo con él y lo tiró de nuevo al váter, y tiró de la cadena, diciendo KK! KK!
PDT viajó por las alcantarillas y de allí al desagüe de la ciudad, y de allí al mar...
En el mar, PDT se encontró con un ángel, que lo llevó buceando por el mar del tiempo hasta Tierra Santa. Allí subieron a un burro que los llevo a un pueblecito llamado Nazareth. Y Jesús que tenía 10 años, le hizo una foto con el móvil a su Madre la Virgen y se la envió al mundo entero. Desde entonces, todas las personas tienen un móvil marca PDT en su corazón y cada vez que hacen algo bien o mal pueden mirarse dentro y encontrar a la Virgen María que les invita a dar gracias ó pedir perdón y volver a empezar. 
FIN

domingo, 21 de abril de 2013

“PETA” ó "El planeta de los locos"


Érase una vez un planeta llamado PETA donde todo el mundo estaba loco. No te puedes hacer una idea de hasta qué punto era divertido vivir allí. En la escuela, cada profesor hacía cosas más raras: Don Entusiasta se sentaba en la silla de los niños y les decía:
-          En la escuela venimos a aprender, así que todos tenéis que salir a la pizarra y por orden me vais a enseñar algo”, y claro, los niños –que no sabían todavía ni leer- le enseñaban cosas al profesor. Un niño le enseñaba cómo jugar al fútbol, una niña le enseñaba a cantar “Mon pare no te nàs”, otro niño le enseñaba cómo sacarse mocos, etcétera.

El policía Don Silbato multaba a los conductores que iban sólos en moto y les decía:
-          En el planeta PETA pueden ir tres en moto porque es absurdo, pero ¿ir uno sólo? ¡Multa!
-          ¿Qué multa?
-          3 cosas que lleves en el bolsillo.
-          ¿3 cosas? Si sólo tengo 1 palote.
-          Pues si lo partes en 3, te lo doy por bueno…

Así era el planeta PETA. Si me preguntas ahora por la reina “Sumajestad” y el rey “Restajestad”, te diré que la reina siempre sumaba y el rey siempre restaba.

Una vez el súbdito el Señor Hipo Teca le pidió 100 Leuros a los reyes para pagar el piso, la reina le contestó:
-          ¿Sólo eso? ¡Te vamos a dar 100.000 Leuros!

Y el rey contestaba:
-          ¡Tanto! ¡Te vamos a dar 10 Leuros!

El pobre Señor Hipo Teca lloraba de la emoción y les daba las gracias:
-          ¡Gracias por los 100.010 euros!

En fin, podríamos seguir contando historias del planeta PETA pero podríamos acabar todos un poco locos.

El caso es que todos los niños se volvían locos antes de los 7 años… ¿Todos?¡No! Había algunos que hacían cosas normales: obedecían a sus padres, jugaban y se divertían, hacían caca dentro del wáter y hacían los deberes cuando volvían del colegio. Pero esto no duraba mucho tiempo porque había un Servicio Secreto llamado SPDT, que buscaba a los niños normales y los metía en una especia de cárcel única en el universo a la que llamaban “EL NORMALICOMIO”. El agente especial cerdo-cerdo-7 era el mejor agente secreto para detectar a niños normales y siempre que veía a un anciano le husmeaba con su nariz de cerdo y le decía ¡Niño normal!¡Te voy a pillar! Si el anciano le decía…
-¡Pero si tengo 83 años!
El contestaba:
-          Esos son los niños más normales…¡Te voy a pillar!
Y si el anciano se quejaba, lo metía en el NORMALICOMIO. Pero el pobre anciano sólo duraba dos días porque como también estaba loco, iba a la máquina de cocalocas y le preguntaba: ¡Qué guapa estás con ese vestido rojo! ¿Te quieres casar conmigo?
Entonces los enfermeros del Normalicomio cojían al anciano y lo sacaban porque “ya estaba loco otra vez ¡Estaba curado!”

El momento importante de la historia viene ahora…

Había una niña llamada Lucía, que iba a cumplir 7 años y era una niña normal, que vivía con sus primos Luis y María, porque sus papás habían desaparecido misteriosamente hacía dos años. El día de su cumpleaños, estaban algunos primos y amigos en casa celebrándolo por todo lo alto (en el tejado de la casa), y de repente…¡DING!¡DONG!
-          ¿Quién es?
-          ¡Cerdo-cerdo-siete!
-          ¿Qué quieres?
-          Vengo a llevarme a Lucía
-          ¡Noooo!
-          Me he enterado de que no está loca y ¡Me la llevo al NORMALICOMIO!
-          ¡Noooo!

Entonces, su primo Luis se pusó en medio y dijo:
-          Si te la llevas ¡tendrás que enfrentarte conmigo!
-          ¡Un primo normal! ¡A ti también te llevaré al NORMALICOMIO!

Y dicho y hecho el agente cerdo-cerdo-siete, sacó un MASCLET, lo encendió y petó: ¡BOOOOM! Y el pobre Luis, María y Lucía fueron acorralados por el humo… y el agente cerdo-siete los metió a todos en un saco.

Los tíos de Lucía no sabían qué hacer y aunque estaban locos de remate, como querían mucho a sus hijos y a su sobrina se hicieron pasar por normales. El tío Raúl decía:
-          ¡A mí también me asustan los petardos!

Y la tía Ana decía:
-          - Es verdad: a mi marido siempre le han asustado los petardos. Nunca tira petardos encima de la mesa.

El agente cerdo-siete no sabía qué hacer, pues ya no cabía más gente en el saco y dijo:
-          ¡Una familia normal! ¡Os voy a meter a todos en el NORMALICOMIO! Ustedes por ser los padres, síganme a la pata coja. Así no podrán correr mucho y no podrán escapar.

Y así se los llevó a todos a la gigantesca cárcel…

La pobre Lucía y sus primos no sabían qué hacer y se pusieron a llorar imaginando que les iban a torturar y todo eso… Ana y Raúl no podían llorar porque iban a la pata coja y no querían desobedecer al agente de SPDT. Al fin, llegaron al NORMALICOMIO, se abrió la puerta y allí les dejó cerdo-siete con una carcajada… ¡Que os volváis locos de remate!¡Ja!¡Ja!¡Ja!

Y se cerró la puerta de acero galvanizado blindado y acorazado con un gran golpe. Luego vino la oscuridad. Todo parecía perdido, cuando… de repente los tíos vieron una luz al fondo del túnel, consiguieron sacar a Lucía, Luis y María del saco y fueron andando hasta allí. Se esperaban lo peor.

A la salida del túnel pudieron ver una plaza circular más grande que un estadio de fútbol. Las paredes eran de hormigón armado y tenían más de 100 metros de altura. Arriba había un hueco que daba al cielo, por donde entraba la luz. En el centro de la plaza había un helicóptero negro con un letrero pintado “No return”. Lucía no sabía qué iba a pasar, pero por lo menos estaba con sus primos Luis y María y con sus tíos que seguían haciéndose pasar por normales –aunque todavía estaban un poco locos-. Un guardia –alto, fuerte y con la cara tapada por una máscara antibalas- les preguntó:
-          ¿Qué hacen ustedes aquí?
-          El tío Raúl contestó: venimos a “reformarnos”. Necesitamos que nos inoculen un chute de coliflor para volvernos locos de nuevo. Así podremos volver a casa.
-          Eso no es posible. Se nos acabaron las coliflores la semana pasada. El problema es que en este Normalicomio el que entra… NUNCA MÁS PUEDE SALIR. Cogeréis ese helicóptero y os llevará a otro planeta.

Entonces Luis y María se pusieron a llorar. Los tíos empezaron a discutir con el guardia pero no había manera, hasta que de repente, Lucía empezó a desear con todas sus fuerzas: “Quiero ver a mamá y a papá”. Tan fuerte lo deseó, que se le escapó y dijo:
-          ¡Quiero ver a mamá y a papá!

El grito fue tan grande que las paredes de cemento empezaron a hacer eco… ¡QUIERO VER A MAMÁ Y A PAPÁ! ¡VER A MAMÁ Y PAPÁ! ¡MAMÁ Y PAPÁ…! El sonido del eco era tan alto que la estructura entró en resonancia y se puso todo a bambolear… El guardia dejó de discutir con los tíos, se medio despertó y le preguntó a Lucía con voz emocionada:
-          ¿Cómo te llamas?

Pero no hubo tiempo para contestar.., las paredes seguían bamboleando, el suelo empezó a resquebrajarse y por los pasadizos entraban cientos de guardias-robot con uniformes de SPDT con tijeras asesinas, planchas gigantes y cuchillos dispuestos a matar a los intrusos. La tía Ana dijo:
-          ¡Estamos perdidos!

Pero el guardia de la puerta les dijo:
-          ¡Rápido! ¡Al helicóptero!

Todos fueron corriendo hasta el helicóptero, perseguidos de cerca por las tijeras asesinas en manos de los robots… El tío Raúl sacó sus petardos y empezó a tirárselos a los robots, que se paraban bloqueados ante los masclets, salidas, carcasas y borrachos. Aquello era una auténtica mascletà.
Por fin, subieron todos al helicóptero, donde había una piloto con gafas de sol diciendo… ¡Uno, uno, dos!¡Saliiiiiiimos!
Y el helicóptero despegó, pero caían cascotes de las paredes de 100 metros. Los robots disparaban planchas contra el helicóptero y empezó a fallar, pero la piloto activó los motores de refuerzo y el helicóptero seguía subiendo: 50 metros, 70, 85… más cascotes, tijeras voladoras, cuchillos automáticos… pero al fin llegaron a los 100 metros y se derrumbó el edificio debajo del helicóptero… ¡Menos mal que sólo había robots! 

Los tíos Raúl y Ana, y Luis, María y Lucía no sabían quiénes eran el guardia y la piloto, ni donde les llevarían. Lucía pensaba que el guardia estaría muy enfadado con ella, por lo del edificio derrumbado y los pobres robots que se habían vuelto locos y todo lo que habñia pasado por su grito de “¡Quiero ver a mamá y papá!”. Entonces el guardia se puso de cuclillas a su lado y con una voz un poco cascada le dijo:
-          ¿Cómo te llamas?
-          Lucía.
-          ¿Apellidos?
-          Obiol Torres.

Entonces el guardia se quitó la máscara antibalas y le dijo: ¡Soy papá!

Los tíos Raúl y Ana, exclamaron. ¿Boby? Y Raúl aún añadió:
-          ¡Quéééé´va! ¡Cuñao!¡Esto parece Star wars!

Lucía le dio un abrazo a su padre, y entonces la piloto puso el piloto automático y el tomtom, una voz de cabina dijo “Destinación: VALTERNA”, y mientras el helicóptero cambiaba de rumbo, la piloto se quitó las gafas de sol y la gorra y le dijo a Lucía:
-          ¡Lucía! ¡Cuánto tiempo!¡Soy mamá!

Lucía no tenía tiempo de reír ni de llorar. Las emociones le iban a partir en dos. Luis y María se pusieron a bailar de la emoción, el tío Raúl tiró un petardo por la ventana de la emoción y la tía Ana les preguntó a los papás de Lucía cómo habían desaparecido y qué había pasado con Tarta. Contestaron:
-          Tarta en verdad se llama Marta y nos está esperando en nuestra nueva casa. En el planeta Peta intentábamos pasarnos por locos y por eso a Marta le llamábamos Tarta. Pero, Marta-Tarta siempre cogía las tijeras de casa, la plancha, los cuchillos… y cerdo-siete se enteró y nos la robó para que trabajara con los guardia-robots. El único modo que teníamos de rescatar a Marta-Tarta era trabajar en el Normalicomio. Luego pensábamos volver, pero los guardias-robots no nos dejaban. Así que por las noches, cogíamos el helicóptero a escondidas y trabajábamos en una isla llamada Valterna. Allí nos hicimos una casa y allí dejamos a Marta una noche. Hoy la veréis.

Lucía estaba muy contenta de poder volver a ver a su hermana Marta. Ya no podía imaginarse más emociones, pero se equivocaba…

El helicóptero aterrizó, todos salieron y vieron una ciudad normal… a lo lejos se podían ver coches circulando por la carretera, semáforos, edificios, gente paseando por la calle, niños jugando al fútbol en el parque…, todo parecía ¡Demasiado normal! Un taxi-furgoneta les llevó a su casa y antes de entrar papá dijo a todos:
-          En VALTERNA todo es normal, y tenemos sitio para los 9.

Lucía se puso a contar:
-          1. Mamá, 2. Papá, 3. La tía Ana, 4. El tío Raúl, 5. La prima María, 6. El primo Luis, 7. Mi hermana Marta, 8. Yo, 9...¿Cómo que nueve?
Y entonces, se abrió la puerta y apareció Marta con un carrito de bebé, en el que estaba  
Una niña preciosa. Entonces mamá dijo:
-          ¡Os presento a Blanca!
Y la emoción fue tan grande que el tío Raúl hizo una gran mascletá, y desde entonces a todos nos gustan los petardos. Y fueron felices y comieron Macnuggets y hambuerguesas sin pepinillos, uvas de postre y miles de lacasitos.


 
FIN